LA CHICA DE LA VENTANA

La chica de la ventana se difumina.

No sabe lo que mira, pero mira y, relajada, perdida, ensimismada en sí misma, no es capaz de apartarse de la ventana… que da al mar.

La chica de la ventana mira sin ver nada, de pié, apoyada en el alféizar.

Se atusa el pelo y suspira.

Se deshace y no lo sabe, se siente sola y piensa en catalan, y huele las algas. Y se ilusiona con vidas futuras, y llora con los pies en la tierra.

La chica de la ventana no se mueve de alli, pasa las horas muertas descalza, mirando sin ver nada, oliendo sin sentir nada, recordando sin olvidar las lentejas que cuecen al fuego.

La chica frente a la ventana, ahora, descansa.