Seguro que más de uno se ha preguntado alguna vez cómo puede ser que una planta que produce frutos sin semillas se reproduzca.
Yo me lo he preguntado en más de una ocasión, pero hasta hoy, día en que al ir a comprar una sandía he visto con asombro y preocupación que todas las variedades que estaban a la venta eran sin pepitas, no lo había investigado. Hasta el momento me había limitado a evitar el comprar sandías sin pepitas por considerarlas sospechosas de estar sometidas a algún proceso no natural, por no arriesgar mi salud ni la de mi familia, y por no fomentar la producción de alimentos no naturales.
Al parecer, las sandías normales son diploides (tienen 2 juegos de cromosomas), mientras que las sandías sin pepitas son triploides (tienen 3 juegos de cromosomas). Para conseguir sandías triploides, el procedimiento es sembrar plantas de sandía tetraploides (con 4 juegos de cromosomas), y polinizarlas con plantas de sandía diploides, ya que las flores masculinas de las sandías tetraploides no sirven para polinizar las flores femeninas. Para conseguir sandías tetraploides, se le administra a las sandías diploides una droga obtenida de cólquico, planta liliácea muy tóxica. Creo que también se reproducen las sandías tetraploides injertando brotes en plantas normales. Supongo que en este último caso dejarán en la planta alguna rama normal para que produzca las flores macho necesarias para la polinización, y para no tener que andar intercalando diferentes tipos de plantas.
También se somete a las flores hembras de las sandías a tratamientos químicos, para conseguir que den fruto sin estar apenas polinizadas (normalmente las flores no producen fruto si no se polinizan un mínimo de semillas).
Resumiendo, hoy en día cada vez se está produciendo más cantidad de variedades sin semillas, y por tanto se están dejando de producir, y seguramente perdiendo para siempre, variedades con semilla. Mientras que las variedades con semilla nos permiten ser autosuficientes al utilizar las semillas obtenidas un año para sembrar el siguiente (y nos salen casi gratis), las variedades sin semillas nos hacen ser dependientes de empresas que se dedican a la producción y comercialización de semillas, y además tienen un proceso que las hacen más caras. Con respecto a si son más o menos saludables, pues no sabría decirlo, pero no me da ninguna confianza eso de las variaciones genéticas, ni los procesos a base de productos tóxicos que se realizan (¿contaminación innecesaria del medio ambiente? ¿efecto sobre las personas?).
Personalmente nunca he tenido problemas en tragarme o escupir las semillas de las sandías, y espero poder seguir haciéndolo en el futuro (aunque me parece que a este paso, para conseguirlo tendré que cultivar mis propias sandías).
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