Parece que la manifestación del 6 de octubre de 2012 en Vitoria-Gasteiz y en Santander, llamó la atención por su volumen, y por haber puesto de acuerdo y congregado a personas de todas las clases sociales e ideológicas. Sin embargo, los políticos responsables de paralizar esta locura siguen haciéndose los sordos y mirando hacia otro lado como si no fuera con ellos la cosa.