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La semilla ¿cultivarla y compartirla, o dejar que nos la impongan, y encima con gravámenes?

Semillas de diente de león - http://rediles.com/ecohuerto

Semillas llevando su dosis de vida a otros lugares

Una semilla es como la vida en conserva. Tomamos un envase, lo destapamos, y la vida sale a borbotones abriéndose paso por donde haga falta para ver brillar la luz del sol.
Una semilla es como un eslabón en la cadena de la vida. La semilla germina, se convierte en una planta que crece y, con suerte, a su vez produce nuevas semillas portadoras de los genes de sus progenitores.

Sin embargo, no todas las semillas están tan llenas de vida. Hay muchas que son viejas y han perdido la fuerza, o se han muerto. Otras, nacen ya débiles y con pocas posibilidades de sobrevivir. La probabilidad de germinar de una semilla depende de su genética, de su forma de conservación, y de su antigüedad. En algunas especies vegetales germinan el 95% de sus semillas, mientras que en otras tan solo el 5%. En cualquier caso, el porcentaje de semillas que germinan dentro de una misma variedad, disminuye según va pasando el tiempo. Algunas semillas duran más, y otras menos, pero todas van envejeciendo. También influye mucho en la probabilidad de germinación el estado de conservación, ya que demasiada humedad, sequedad, contacto con animales que se las comen, etc, puede disminuir enormemente la capacidad de germinación, o incluso anularla por completo. También hay que tener en cuenta que no solo es importante que una semilla pueda germinar, sino también que lo haga con mucha fuerza y ganas de vivir. Las semillas requieren en muchas ocasiones unas condiciones previas a la germinación para poder dar lugar a plantas fuertes y sanas. Por ejemplo, algunas semillas necesitan estar un cierto tiempo a ciertas temperaturas para germinar con fuerza, igual que lo harían por ejemplo en la naturaleza donde pasan el invierno a la intemperie esperando la llegada de la primavera con sus condiciones de temperatura y humedad. Si no les permitimos pasar esas condiciones previas, es posible que la semilla brote sin fuerza y la planta no se desarrolle correctamente.
Por otro lado, no todas las semillas cumplen su función como eslabón en la cadena de la vida. Hay semillas que germinan, forman una planta que crece, e incluso puede dar frutos, pero las semillas de esos frutos son totalmente estériles y no pueden seguir reproduciendo la vida como sus antecesoras. Se podría tratar de semillas con defectos por mutaciones genéticas o hibridaciones casuales, en cuyo caso no tendrían mucha repercusión, o tal vez se podría tratar de semillas que, intencionadamente, se produzcan para que el agricultor dependa del suministrador de las semillas para poder seguir cultivando sus fruto. En éste último caso, si se diera en una proporción alta, el suministrador de semillas adquiriría un poder elevado al haber conseguido ser imprescindible para la producción de un bien de tan primerísima necesidad como lo es el alimento. Al mismo tiempo, sus plantas estériles conseguirían ir mermando la capacidad reproductiva de otras especies al ir polinizándolas, con lo que se iría perdiendo diversidad genética en las semillas. Todo eso podría desembocar en una catástrofe, si el productor de las semillas dejara de producirlas, o si alguna plaga hiciera inviable el seguir utilizándolas.

Por tanto, cuando queremos cultivar una planta, se nos presentan una serie de opciones:

  • Comprar las plantitas (a las que, curiosamente, se suele llamar plantones) ya crecidas, sin poder saber con seguridad la procedencia de las semillas.
  • Comprar las semillas:
    • En cualquier sitio, sin fijarnos en la procedencia de las semillas ni en sus características ni fecha de producción, y ni tan siquiera en si informan o no de ellas, sino solo en la foto del sobrecito.
    • En cualquier sitio, informándonos previamente sobre sus características.
    • En un sitio de confianza (no por ser un sitio especializado tiene por qué ser de más confianza que otro sitio, aunque tal vez tengan más conocimientos para podernos aconsejar sobre lo que queremos), donde nos puedan «garantizar» qué es lo que estamos comprando. Lo de garantizar lo pongo entre comillas porque está claro que de cualquier cosa que te vendan en formato «industrializado» se debe dudar tanto o más que de lo que te vendan en otros formatos. Quiero decir, que a mí personalmente no me dan demasiada confianza todas esas semillas que venden como ecológicas. No sé si realmente son diferentes a las no ecológicas en algo más que en el precio, o si en la misma linea de envasado salen unas u otras según ponen el rollo de papel con un dibujo u otro. Tal vez mis sensaciones sean un poco paranoides, pero me da mucha más confianza una señora con una huerta que me dice que lleva sembrando las mismas semillas toda la vida, y que sus padres las sembraban también, que una multinacional que me pone en un sobre con letras grandes ECOLÓGICO, y con letras demasiado pequeñas como para poder verlas otros datos que ¿nadie? sabe lo que son.
  • Buscar a alguien que cultive la planta que queremos cultivar, y que nos pueda suministrar algunas semillas. Esto tampoco nos garantiza al 100% que la semilla sea ecológica, y que no haya comprado en la tienda de la esquina la primera planta transgénica que haya pillado, pero al que puede llegar a ser tan desconfiado como para pensar esas cosas, a veces le tiene que tratar un especialista en psiquiatría (otras veces es simplemente que uno ya ha visto demasiados engaños en ésta vida).

Una vez que ya hemos cultivado la planta que queremos, también podemos elegir entre varias opciones:

  • Si hemos cultivado plantas estériles, no tendremos otro remedio que volver a elegir entre las opciones del apartado anterior en la siguiente temporada de cultivo.
  • Si hemos cultivado plantas fértiles, podremos elegir entre volver a conseguir semillas por medio de uno de los sistemas indicados en el párrafo anterior, o cosechar nuestras propias semillas de entre las plantas que mejor se nos hayan dado (selección semi-natural)

Por supuesto, hay otros factores a tener en cuenta a lo hora de elegir una semilla. No solo debemos decidir cómo debemos comprar la semilla, sino que también tienen «cierta» importancia detalles como por ejemplo el elegir lo que queremos cultivar. Esta elección es muy importante ya que debemos tener en cuenta muchos factores como:

  • Nuestros gustos, y los de los que se vayan a comer lo que cultivemos
  • La tierra que tenemos, o la que podremos tener con un ligero aporte de materiales
  • La climatología de nuestro lugar de cultivo. Lluvias, temperaturas, luz, sombra, disponibilidad de agua para regar, viento…
  • La fauna, que podría terminar con nuestra cosecha en un abrir y cerrar de ojos (desde insectos de todo tipo, hasta vacas que podrían comerse ciertas cosas pero no otras en un terreno sin vallar, o gatos o pájaros que pueden arruinar algunas plantas, pero que no se acercan a otras)
  • Los cultivos que precedieron al que vamos a realizar, los que le acompañaran, y los que le sigan (importante conocer algo sobre la rotación de cultivos)
  • Muchos otros que por no querer aburrir más, o por desconocimiento, no voy a describir

Como veis, el elegir una semilla es un paso muy complejo y muy importante. Sin embargo, no tratéis de controlar todos los factores posibles en la elección de vuestras semillas, al menos hasta que no tengáis un poco de experiencia, ya que es mejor hacer una elección aunque no sea la ideal, que tratar de hacer la elección ideal y no llegar a hacerla nunca. La experiencia es el mejor maestro. De los aciertos se puede aprender mucho, y de los errores más aún.

Creo que el mejor consejo que os puedo dar sobre la elección de semillas es que siempre será mejor cultivar una planta que lleva durante generaciones cultivándose en la zona, y que estará perfectamente adaptada al medio, que cultivar una planta que nos parece que es la mejor planta que hay sobre la faz de la tierra, pero que está adaptada a un tipo de terreno o clima que no es el nuestro.

Es muy triste el ver cómo se han ido perdiendo las variedades locales, que estaban perfectamente adaptadas a su medio y daban estupendos frutos, para sustituirlas por otras que tienen grandes problemas para adaptarse, y que necesitan de grandes cantidades de productos químicos para subsistir, o como el caso de los frutales, que antes se sembraban de la propia semilla del árbol, mientras que ahora solo se cultivan variedades de frutales que necesitan ser injertados en otro árbol porque por sí solos no son capaces de sobrevivir (con lo que han conseguido hacernos dependientes de los que suministran los árboles injertados).

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