Vecinos convierten un jardín en desuso de la Avenida de Santiago en una plantación, con fines comunitarios
Manzanos, perales, ciruelos y cerezos son los primeros frutales plantados en la parcela de la Avenida de Santiago reconvertida por la ciudadanía en bosque urbano comestible (BUC).
Como la primavera va tardía en Vitoria, aún no están en flor, pero empiezan a brotar y en un par de semanas “verás que bonitos van a estar”, augura Julia Robles, una de las seis o siete personas que integran el grupo motor de esta iniciativa.
Habas para enriquecer la tierra
Al lado de los árboles, elegidos no muy grandes para que no oculten la visión ni hagan mucho bulto cuando crezcan ni den demasiada sombra, han plantado arbustos de uva espina, un fruto parecido a las frambuesas y otros frutos del bosque y algunas hortalizas, como habas, en este caso para aprovechar como plantas de servicio, no enfocadas a la producción sino para usar como abono y enriquecer la tierra.
“Como tienen un ciclo de vida más corto y crecen más rápido, nos proporcionan materia orgánica que, al cortar, devolvemos al suelo y lo enriquece, ya que cultivamos en ecológico y únicamente utilizamos abonos orgánicos”, explica Robles.
Lechugas y ajos
Lechugas, ajos y cebollas, por sus “preciosas” flores son otros cultivos de este pequeño bosque comunitario que ya está listo para crecer en mitad de la ciudad.
Las primeras plantaciones comenzaron en otoño y desde entonces, “cada vez se acerca la gente con más alegría a observarlo, nos agradecen la iniciativa y nos animan a seguir adelante”, sostiene Robles.
Talleres
No obstante, por ahora, este grupo de vecinos y vecinas está centrado en la parcela de la Avenida de Santiago y en los talleres abiertos a la ciudadanía que organiza, ya sea sobre injertos, semilleros u otras temáticas relacionadas con cultivos.
“Lo que sí nos gustaría es que sirviera de inspiración para otros barrios u otros espacios de la ciudad, que otra gente lo replicase a su manera, con la finalidad de aprovechar lugares públicos ahora desaprovechados para que la ciudadanía los disfrute y viva”, desea Robles.
Salburua y Zaramaga
De hecho, experiencias similares a ésta de Judimendi ya existen Salburua, con bosque comestible propio, y en Zaramaga, donde el vecindario ha recuperado, diseñado y plantado un jardín situado entre tres fincas.
Taller de zumos
Es el primer año de plantación en el bosque comestible de Judimedi. Antes se diseñó el espacio, trazaron los caminos, instaló el riego necesario y difundió el proyecto en centros bizan de mayores y centros cívicos, así como entre asociaciones y otros colectivos.
Fotos del bosque comunitario comestible de Judimendi, en la Avenida de Santiago.
“Ahora lo estamos viviendo e invitando a la gente que quiera a sumarse. Además, los talleres han tenido buena acogida; estamos muy satisfechos con la experiencia y en el barrio, creo que también, por lo que nos dicen”.
Fruta para coger y comer
A futuro, “cuando los frutales comiencen a dar fruta, ya veremos lo que hacemos, pero si una persona pasa y ve una manzana madura, pues que la coja y se la coma, ya que la producción nunca ha sido la finalidad de este proyecto sino el proceso en sí, las redes sociales y amistades que se han creado, el cuidado que todos ponemos para cuidar un espacio público…».
Quizá, cuando haya mayor producción, «tendremos que plantearnos si organizar un taller de zumos y repartirlos por los colegios o un taller de postres, ya veremos; por ahora, estamos viviendo la experiencia”, ensalza Robles.
Fotos del bosque comunitario comestible de Judimendi, en la Avenida de Santiago.
Una experiencia en la que ya han aportado su granito de arena artistas que han diseñado el logo y el espacio, jardineros, personas del ámbito de la Psicología y Educación, más volcadas en las relaciones humanas, alumnado del CEPA El Carmen que ha fabricado una mesa para colocar el panel informativo, chavales de la Fundación Itaka, etc.
La Red de Semillas de Euskadi tiene su sede en Olarizu
El futuro de la agricultura vasca está asegurado gracias a la labor de la Red de Semillas de Euskadi, entidad cuya sede central se encuentra en la Casa de la Dehesa de Olarizu.
La asociación lleva 29 años trabajando por la investigación, conservación, divulgación y puesta en valor de las variedades cultivadas en tierras vascas.
Una labor que es posible gracias a la participación de las personas voluntarias. Socios y voluntarios han logrado recuperar más de 2000 frutales y semillas hasta la fecha.
¿Qué es Hazien Sarea?
La Red de Semillas de Euskadi–Hazien Sarea es una asociación sin ánimo de lucro, comprometida con la biodiversidad cultivada de Euskadi y que surgió en 1996.
Sus objetivos son la investigación, conservación, divulgación y puesta en valor de las variedades cultivadas vascas. Las variedades cultivadas son aquellas que sirven como alimento tanto para humanos como animales, ornamentales o medicinales.
La existencia de una red de semillas asegura la alimentación local
Todas las tareas y proyectos se realizan gracias a una red de voluntarios. Las personas voluntarias participan y colaboran de forma desinteresada en los diferentes proyectos y hacen realidad la conservación de variedades en peligro de extinción.
El plentziarra Joseba Ibargurengoitia preside esta asociación en la que ingresó en 2008: «Una red de semillas resulta vital para que las sociedades puedan ser sostenibles, saludables y resilientes», valora Joseba.
Entre otras muchas acciones de conservación y divulgación de variedades destacan el registro participativo y caracterización de la cebolla morada de Zalla, el vivero de referencia frutal de melocotón de viña en la Rioja Alavesa y los castaños de Apellániz.
Los proyectos de la asociación
Son muchos y variados los proyectos que la asociación tiene en marcha:
– Investigación Etnobotánica:
Proyecto que consiste en entrevistar a baserritarras consultando sus conocimientos y saberes tradicionales en el uso y manejo de variedades cultivadas, como semillas y frutales que cultivan en sus campos.
Han llevado a cabo trabajos de investigación en los tres territorios vascos además de en Navarra y han recuperado más de 2000 frutales y semillas.
En el municipio de Vitoria-Gasteiz trabajan tanto en la capital como en el resto de los sesenta y tres concejos que lo forman, con el objetivo de recuperar su patrimonio agrícola: » Cada vez hay menos agricultores y hay algunos pueblos en los que ya no existen».
– Conservación
Banco de Germoplasma:
La conservación de las variedades recuperadas se realiza, gracias a una colaboración con el CEA, en las cámaras frigoríficas especializadas del banco de germoplasma ubicado en la Casa de la Dehesa de Olarizu.
Este método de conservación permite preservar las semillas de forma más segura y a más largo plazo, asegurando su calidad en condiciones óptimas y lejos de contratiempos que pudieran poner en riesgo su existencia: «Es como una copia de seguridad», explica Joseba Ibargurengoitia.
Hazien Sarea realiza pruebas de germinación a las diferentes colecciones de semillas, para monitorizar su vitalidad y asegurarse de que están siendo conservadas adecuadamente. Este método ayuda a identificar ejemplares con menos vitalidad y poder así intensificar los esfuerzos en su recuperación.
Plantaciones de frutales:
En el caso de los frutales, la asociación mantiene la variedad de forma vegetativa. Eso quiere decir que no guardan las semillas de los árboles, sino que realizan injertos de estas variedades en otros árboles para aportarles la variabilidad genética de este nuevo ejemplar.
Para realizar ese tipo de conservación necesitan realizar plantaciones de frutales y para ello disponen de diversas plantaciones en Parques Naturales, Ayuntamientos y diversos espacios que sirven de colección a todas esas variedades.
Castañar de Apellániz:
Trabaja también en la conservación del castañar tradicional y con el objetivo de devolver al castaño el valor que tuvo, ha realizado diferentes trabajos de recuperación en Álava y Navarra.
Entre esas intervenciones destaca la realizada en la localidad alavesa de Apellániz, un lugar singular entorno al castaño. En este concejo se encuentra uno de los bosques de castaños trasmochos mejor conservados de Euskadi. Apellániz cuenta con 11 hectáreas de terreno comunal que antiguamente era utilizado como sustento de alimento para el pueblo y también del ganado.
Desde el año 2020 el objetivo de la asociación ha sido restaurar este ecosistema dando un lugar privilegiado a los castaños, recuperando su uso, sus tradiciones y la ilusión de su recolección.
– Divulgación
Para su difusión son varias las tareas que se realizan desde la Red de Semillas de Euskadi. Además de las jornadas de puertas abiertas que tienen lugar un día al mes, la asociación trabaja en la divulgación en centros educativos y a través de exposiciones, catas y charlas que llevan a cabe en mercados.
La asociación ofrece tanto talleres educativos al alumnado como formación al profesorado en los que se ponen en valor recursos como semillas, plantas, sustrato y jugos.
Así mismo, cuenta con proyectos como son las huertas escolares, la plantación de arboles frutales en centros educativos y las bibliotecas de semillas: «La biblioteca de semillas es proyecto que estamos probando en Abetxuko Ikastola y que a nivel internacional tiene mucho tirón», valora Joseba Ibargurengoitia.
– Producción
La asociación cuenta en el espacio Basaldea, conjunto de huertas situadas en Abetxuko, con un vivero de árboles en el que realizan la multiplicación de variedades.
Tras el trabajo de investigación y conservación, cierran el ciclo de las semillas volviendo a sembrarlas gracias a la participación de guardianes y baserritarras.
A finales de año se realiza un reparto anual en el que los guardianes de frutales se llevan a casa un tesoro de la biodiversidad cultivada en forma de árbol y colaboran de esta manera en la conservación de estas variedades.
Personas voluntarias y red de guardianes
La labor de las personas voluntarias es fundamental. Ellas son las que se encargan de secar y limpiar las semillas antes de ser guardadas en botes herméticos y de incluirlas en la base de datos.
Así mismo, también se encargan de ensobrar semillas, realizar traducciones, ordenar la biblioteca, preparar las púas para injertos, trabajos de mantenimiento en el vivero de árboles o maquetar infografías: «Somos una asociación con muchos proyectos y todo suma».
La asociación cuenta con 1300 personas socias y tres trabajadores a tiempo completo.
Cualquier persona puede formar parte de la red de guardianes, red que se encarga de la conservación de las variedades recuperadas, abriendo semillas y frutales por diferentes rincones de Euskadi: «Pueden ser desde personas que tienen un huerto en el balcón hasta personas con un terreno de más de 200 hectáreas».
La red de guardianes es la protagonista, lo que realmente importa es que las semillas estén en el campo
El guardián es la persona que acoge una de las variedades, para cuidarla y poder así contribuir en su conservación. Su figura resulta clave para mantener la biodiversidad cultivada.
Las personas que se convierten en guardianes pueden recibir tanto semillas como frutales locales y tradicionales que no se encuentran en el mercado y que están adaptadas al lugar. Estas personas, al convertirse en guardianas se convierten al mismo tiempo en socias de la asociación.
El intercambio de semillas entre personas y pueblos hace que las variedades se vayan adaptando continuamente y se vayan cruzando entre ellas. El cambio de suelos, climas y el cruce las hace más fuertes, y resulta muy importante biológicamente.
Puertas abiertas en la Red de Semillas de Euskadi
La Red de Semillas de Euskadi realiza mensualmente una jornada de puertas abiertas en la Casa de la Dehesa de Olarizu. La cita tiene lugar el primer viernes de cada mes de 16 a 19 horas.
La jornada de puertas abiertas es una de las actividades de divulgación que se realizan desde la asociación y permite conocer in situ tanto el banco de semillas con el que cuentan como toda su labor.
La asociación abre sus puertas y enseña los espacios en los que trabaja, las semillas con las que trabaja y explica los proyectos que tiene en marcha.
En el último pleno de control, la diputada de Sostenibilidad, Agricultura y Medio Natural, Amaia Barredo, ha informado sobre el aumento de la superficie dedicada a la producción ecológica en Álava, que ha crecido un 28% en el último año, situándose en 5.933 hectáreas. Este incremento refleja una tendencia positiva que se ha mantenido desde 2015, posicionando a Álava como líder en la comunidad autónoma, con el 55,1% del total de superficie ecológica certificada en Euskadi, distribuida entre 235 operadores, 16 más que el año anterior.
Principales cultivos
Los principales cultivos ecológicos incluyen pastos, praderas, forrajes, y proteaginosas, abarcando 4.009 hectáreas, mientras que la vid ocupa 1.368 hectáreas. Estos cultivos han experimentado un crecimiento exponencial desde 2015, con incrementos del 547% y 294% respectivamente. Además, otros cultivos como olivares, legumbres y cereales también mostraron aumentos significativos en 2023, con tasas del 163%, 127% y 118%.
Avances en la producción ganadera
En el sector ganadero, el número de explotaciones ecológicas ha crecido un 34% en 2023, llegando a 43 explotaciones. La ganadería de vacuno de carne predomina con 21 operadores, seguida por la producción equina con 13 explotaciones.
La Diputación ha invertido aproximadamente 4 millones de euros en los últimos nueve años en apoyo a la producción ecológica, con 740.000 euros distribuidos en 2023 entre 128 solicitantes, un aumento del 11% respecto al año anterior.
El vecindario cuenta con el visto bueno municipal para este proyecto, ubicado en un jardín de la calle Santiago
De una parcela inutilizada y poco ajardinada, a un terreno con árboles frutales y otros autóctonos vascos, además de plantas aromáticas y arbustos. Un cambio que alumbrará al bosque urbano comestible de Judimendi.
El escenario, el jardín ubicado frente a los números 29 a 35 de la calle Santiago. Casi 400 metros cuadrados de terreno con muy poco, o ningún, uso. Y sin apenas árboles. Esta situación despertó, hace un año, la chispa creadora en algunas personas del barrio.
Permiso municipal
¿Por qué no transformarlo en un ecosistema que produzca alimentos de forma sostenible, naturalice un área urbana y cohesione a sus residentes? Su ubicación cercana a la asociación vecinal, en un entorno comercial de mucho tránsito y próximo a escuelas y al Bizan sumaba puntos.
Además de sus horas de luz directa, su accesibilidad a las viviendas y su toma de agua. Todo ello hacían de este jardín terreno abonado para tal fin.
Dicho y hecho. Con la ayuda de la asociación de vecinos del barrio, pusieron la maquinaria a rodar. Lo primero, solicitar los permisos municipales necesarios.
«Queremos que sea colaborativo, compartido y con un diseño que nos guste a todas las personas»
El terreno es responsabilidad del Departamento de Parques y Jardines, y requiere de una autorización de uso para su gestión. Este viernes, la Junta de Gobierno Local ha dado el primer paso en ese visto bueno. Porque desde el primer momento el Ayuntamiento no se ha opuesto a esta idea. Pero las cosas de palacio van despacio.
Mientras obtienen el beneplácito, en el barrio tampoco están de brazos cruzados. En estos meses han organizado mesas divulgativas, charlas y encuentros varios para presentar el proyecto y recabar opiniones. «El recibimiento, en general, es muy positivo«, alaba Julia Robles, impulsora de la iniciativa, muy respaldada por la asociación vecinal.
Nueva reunión
Su intención es que sea «un proyecto de barrio, con el que toda la gente esté satisfecha». Por eso este viernes han convocado una nueva reunión. Será a las 18 horas en la sede de la asociación vecinal, en la calle Cola y Goiti, 5.
«Está abierta a todo el vecindario y comerciantes, para que sea algo compartido, colaborativo y hagamos un diseño agradable y que nos guste a todas las personas«, anima. E invita a asistir y participar «a quienes les parezca algo interesante».
Buscan a personas voluntarias para formar un grupo que convierta el bosque urbano en realidad
En la cita, además de exponer el estado actual de la iniciativa, abordarán su futuro. Sobre todo la necesidad de manos para, una vez cuenten con el beneplácito municipal, poner manos a la obra. Toda ayuda es bienvenida. No solo de Judimendi, también de otros barrios.
«Ahora es el momento de hacer un diseño y formarnos en la plantación y cuidado de esa parcela, porque son cosas que desconocemos», apunta Julia. Para ello, ya han contactado con la Red de Semillas de Euskadi, que trabajan con árboles frutales de la zona. «Variedades antiguas y bien arraigadas, y ya nos han ofrecido», agradece.
En primavera u otoño
También han hablado con la Fundación Lurgaia de Euskadi, centrada en la conservación de la biodiversidad y el arbolado autóctono. Y la Asociación de Permacultura Kiribilore.
Con su ayuda y conocimiento, confían en que, si consiguen formar un grupo voluntario dedicado, la próxima primavera empiecen a plantar el terreno. «Para aprovechar las últimas lluvias, porque en verano no tendría tanto sentido», ahonda Julia. Tampoco habría problema si tocara retrasarlo a otoño: «Dependerá de cada persona encontrar tiempos y momentos para juntarnos».
«Queremos que la gente del barrio vea que hay menos espacios naturales de los que nos gustaría y muchos, como este, están desaprovechados. Por eso aquí, en la medida de lo posible, nos gustaría crear una plantación diversa, con una relativa densidad», sostiene Julia.
Las visitas serán el 21 de octubre, dentro de las actividades del XVI Encuentro Cívico Alimentario
Las huertas de Basaldea abren sus puertas al público. Será el sábado 21 de octubre cuando la ciudadanía pueda visitar las parcelas de este semillero, ubicado cerca de Abetxuko, de la mano de las propias personas productoras.
Además, habrá una muestra de laboreo tradicional con tracción animal, y un mercado de producto local donde no faltará la animación musical. Una degustación de Slow Food Araba pondrá el broche de oro a la jornada festiva.
Con estas puertas abiertas de Basaldea, el semillero municipal de empresas hortícolas ecológicas, concluirá el XVI Encuentro Cívico Alimentario. Evento que se celebrará entre el 17 y el 21 de octubre en diversas ubicaciones de Vitoria-Gasteiz.
Un encuentro que permite acercarnos a la alimentación desde su origen, además de reconocer «la labor fundamental de las personas que trabajan en la producción primaria». Así lo reivindica Borja Rodríguez, presidente del Centro de Estudios Ambientales (CEA).
Actividades durante la semana
Con ese objetivo, además de la de Basaldea, serán varias las actividades a lo largo de la semana. La asistencia es gratuita y libre a todas ellas.
La primera será el martes 17. La cita, a las 18 horas en la Casa de la Dehesa del Jardín Botánico de Olarizu. Allí, la Asociación de agricultura ecológica de Gipuzkoa, Biolur, dará una charla-coloquio en la que presentarán las conclusiones de su estudio sobre la viabilidad de la producción hortícola ecológica.
Un día después, el 18 de octubre, será el turno de los ‘Ekin Breakfast’. Podrás asistir hasta completar el aforo en el centro municipal de empresas del Casco Medieval. La hora, también las 6 de la tarde. Y la temática, el emprendimiento en el sector primario.
El jueves 19 la Casa de la Dehesa acogerá una nueva charla coloquio. En esa ocasión será el turno de la Red de Semillas de Aragón, que contará su proyecto Bibliotecas de Semillas. Una iniciativa para compartir e intercambiar semillas de diversas variedades en espacios que atraigan gente, como las bibliotecas.
¿Qué es Basaldea?
El proyecto Basaldea es una iniciativa impulsada por el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz y engloba diferentes acciones para impulsar la agricultura ecológica local. Entre ellas está la creación de un semillero de empresas agrarias y la puesta en marcha de un canal de distribuición y comercialización de productos ecológicos.
Este semillero tiene 11 subparcelas individuales además de una parcela de uso común dónde están los invernaderos. Actualmente, hay 6 parcelas ocupadas y todas ellas tienen entre 1 y 1,5 hectáreas disponibles para cultivar. El Centro de Empresas Agroecológicas tiene además contenedores para aperos, zona de manipulado y lavado de productos y depósitos de agua, entre otras instalaciones.
La horticultura de ciudad, que fomenta el cultivo y consumo de alimentos locales, gana peso en Gasteiz
La horticultura urbana es una de las prácticas que gana peso en Vitoria como fórmula para fomentar la producción y autoconsumo de alimentos locales. Los primeros fueron los de Olarizu y Abetxuko, pero a ellos les han seguido los de Lakua y Zabalgana, barrio este último que debido a la alta demanda se vio obligado a sumar nuevas parcelas en un segundo huerto. El Ayuntamiento autoriza el uso de los terrenos a personas particulares que desean tener su propia huerta cerca de casa, ya sea por cuestión de salud, alimentación saludable, recreo o actividad física.
La demanda no deja de crecer. En las huertas de Urarte, por ejemplo, hay ocupadas 214 de las 225 parcelas puestas a disposición de la ciudadanía, según la última memoria del Centro de Estudios Ambientales (CEA). La cifra claramente ha ido en aumento desde las 186 huertas ocupadas, por ejemplo, en 2019.
Luego están los 183 huertos urbanos comunitarios, que se distribuyen en tres espacios, gestionados por asociaciones ciudadanas y financiados por el CEA. En 2015 se empezó a cultivar Zabalortu en Zabalgana, con sesenta parcelas en 4.165 metros cuadrados. Tres años después surgió Lakuakolore, el más amplio de los tres, con 62 parcelas y seis mil metros cuadrados. Y el pasado ejercicio, Ortubi, también en Zabalgana, con 61 huertas cultivadas en cinco mil metros cuadrados de terreno.
También hay huertos en el campus universitario, centros cívicos, Jardín de Falerina y colegios. En unos casos, la gestión es asociativa, en otros, sale a concurso.
Son experiencias ya consolidadas a las que van sumándose nuevas iniciativas en otros barrios; la última, en Judimendi, donde el vecindario va a crear un bosque urbano comestible en a Avenida de Santiago; en este caso, enfocado a la plantación de árboles frutales, al estilo del existente en Salburua.
Roedores, hormigas,… y todo tipo de inquilinos acuden hasta nuestro espacio de compostaje si no realizamos una constante labor de aireación de la materia prima en su proceso de transformación en abono orgánico
Roedores, hormigas,… y todo tipo de bichos encuentran en la compostera una fuente de alimentación y nidificación ideal en caso de que no que trabajemos bien en nuestra compostera. Mantener el equilibrio entre materia verde y marrón, airear bien la materia orgánica o la falta de humedad son factores que favorecen la presencia de intrusos, pero además hay que asegurarse de que la compostera esté bien sellada para que no accedas ratas y ratones.
La idea es iniciar este proyecto comunitario en otoño en un terreno de la Avenida Santiago
El barrio de Judimendi quiere que su proyecto comunitario de bosque urbano comestible eche a andar en otoño. Antes, tiene que obtener la autorización del Ayuntamiento para utilizar la parcela elegida. Se trata de un pequeño jardín situado en la Avenida Santiago, a la altura de Simón Bolívar, sobre el que ahora se alzan cuatro álamos, alguno medio enfermo, señala Julia Robles, promotora de la iniciativa.
Son 390 metros cuadrados de jardín, que pretenden renaturalizar con la plantación de árboles frutales, arbustos, hierbas aromáticas, plantas medicinales e incluso setas y hongos, con vegetación propia de un bosque. “No se trata de una huerta en la que te vas a encontrar tomates, pimientos o calabacines; ni su finalidad única es producir alimentos para autoconsumo, como en los huertos ecológicos”, deja claro Julia Robles. “Un bosque urbano comestible es un ecosistema diseñado por el ser humano en un entorno urbano para producir alimentos de forma sostenible”, explica.
Espacio comunitario, red de barrio
Ante todo, se trata de un proyecto que persigue crear un espacio comunitario, generar una red de barrio orientada al cuidado de este bosque: Por ahora, hay implicadas una veintena de personas. “Se trata de concienciarnos de que, como ciudadanía, tenemos poder para hacer cosas y conseguir una ciudad más amigable”, apunta la promotora.
Así, la iniciativa esconde varios objetivos detrás: cuidado de Vitoria mediante la naturalización de espacios urbanos, cuidado de la comunidad, del medio ambiente y hasta de la salud individual de las personas, gracias a los beneficios que tiene acercarse a la tierra, además de contribuir a frenar las consecuencias del cambio climático. “No es un mero entretenimiento”, puntualiza Julia Robles.
De momento, la idea gusta en el barrio; de hecho, ya han recogido más de un centenar de firmas de apoyo para impulsar ya esta iniciativa surgida en diciembre del pasado año, que hoy se se expone con más detalle en el bizan de Judimendi.
Espacio seguro
Tras visitar los espacios disponibles, se han decantado por la parcela de la Avenida Santiago porque reúne las condiciones idóneas para este tipo de cultivos, según la asociación Kiribilore, encargada de la parte técnica. “Un terreno con seis o siete horas de luz directa al día para los frutales; cercano y accesible desde las viviendas próximas, es decir, que no esté en una rotonda o mediana ni al lado de una carretera con tránsito, por cuestión de seguridad; que tenga toma de agua y que esté al lado de algún centro comunitario, ya sea escuela, centro de día, piso de acogida…”, enumera Julia Robles.
Parcela elegida en la Avenida Santiago de Vitoria.
“Sabemos que los primeros años necesitará muchos cuidados, pero la idea es que, con el tiempo, se mantenga por sí solo, como cualquier bosque”, indica.
Autorización municipal
Una vez definida la idea, falta obtener el permiso municipal, un trámite prácticamente apalabrado antes, que ahora se ha paralizado como consecuencia de las elecciones municipales, la ayuda económica solicitada e iniciar la formación, diseño y plantación. “Nos hubiera encantado hacerlo en primavera, pero como no ha podido ser;ojalá sea para otoño”, indica Julia Robles.
Judimendi se suma así a otros barrios de Gasteiz que ya han impulsado bosques urbanos comestibles en mitad de la ciudad, caso de Zaramaga y Salburua.
Plantar verduras y hortalizas en un balcón o en un huerto urbano comunitario despierta dudas sobre la exposición de estos alimentos a la contaminación, pero las ventajas pueden superar a los inconvenientes
Vivir en una gran ciudad tiene muchas ventajas. Las grandes ciudades suelen tener más oportunidades de empleo que los pueblos más pequeños o las zonas rurales, más opciones culturales y de ocio, más opciones de transporte público y un ambiente cosmopolita con personas más diversas.
Sin embargo, cuando se trata de comer, las ciudades también tienen sus inconvenientes. Hay un menor acceso a productos frescos, más presencia de alimentos procesados y, en general, la comida es más cara y de peor calidad. Por eso muchas personas han decidido ir contracorriente y plantar sus propias frutas y verduras, bien utilizando el balcón de su casa como jardín vertical o bien haciendo uso de alguno de los huertos urbanos cooperativos que cada vez están más presentes en las ciudades. Pero, ¿son seguros y saludables esos tomates que crecen junto a los tubos de escape?
El problema de la contaminación en las ciudades
El principal culpable de la contaminación atmosférica en la mayoría de las ciudades es el tráfico rodado. Cuando los millones de coches, camiones y autobuses queman combustibles fósiles, liberan contaminantes al aire, como óxidos de nitrógeno (NOx), dióxido de azufre (SO2) y partículas (PM). Además, en las ciudades se concentran muchas industrias que también emiten todos esos contaminantes y compuestos orgánicos volátiles tóxicos. La construcción, centrales eléctricas de gas y la calefacción en invierno contribuyen a hacer del aire de las ciudades un problema para la salud y el medio ambiente.
La contaminación atmosférica puede tener una serie de efectos negativos para la salud, entre ellos problemas respiratorios: como asma, bronquitis y alergias, y un aumento en el riesgo de enfermedades cardiacas, distintos tipos de cáncer, especialmente de pulmón, y muerte prematura.
Los contaminantes más preocupantes son las partículas en suspensión, en especial las de tamaño microscópico denominadas PM 2.5 por tener un diámetro menor a 2,5 micras. Son una mezcla de partículas sólidas y gotas líquidas compuestas por diversas sustancias como polvo, suciedad, hollín, humo y productos químicos. Las partículas pueden proceder de diversas fuentes como el tráfico, la industria y las centrales eléctricas. Esta es una de las medidas fundamentales de la calidad del aire en las ciudades, y una de las que suspenden con mayor frecuencia.
España es uno de los países con mayor contaminación atmosférica en Europa y, por ejemplo, Madrid, es una de las capitales europeas más contaminadas, con una calidad del aire que excede en dos o tres veces los límites de seguridad de partículas en suspensión marcados por la OMS.
Estas partículas están con seguridad en el aire de tu ciudad, eso quiere decir que también se depositan en los tomates y lechugas que cultivas en el balcón o en tu huerto urbano. ¿Cuál es el riesgo para la salud? ¿Basta con lavar las frutas y verduras para eliminar el riesgo? Hay pocos estudios al respecto, pero los resultados son relevantes.
Un estudio publicado en la revista Environmental Research en 2019 descubrió que las hortalizas cultivadas en ciudades contaminadas pueden contener niveles más altos de metales pesados, como plomo y mercurio, que las hortalizas cultivadas en zonas menos contaminadas. El estudio también descubrió que los niveles de metales pesados en las verduras pueden verse afectados por el tipo de contaminación, la distancia de la fuente de contaminación y el tipo de suelo. Los metales pesados procedentes de la industria y la contaminación atmosférica pasan al aire y de ahí al agua y al suelo, por lo que las plantas pueden absorberlos y aparecer en sus hojas.
Sin embargo, se han realizado innumerables estudios científicos al respecto, ya que hace años existía una gran preocupación por los metales pesados. Lo que se comprobó es que los niveles de toxicidad nunca se superaban salvo en casos de contaminación extrema, como por ejemplo plantas regadas con aguas residuales de una fábrica. Esto quiere decir que apenas hay motivos de preocupación derivados de los metales pesados respecto a los tomates de balcón y las lechugas de huerto urbano.
Además del suelo y el agua, la contaminación del aire también puede dañar las hojas de las verduras, haciéndolas menos nutritivas, según un estudio publicado en la India, un país con un grave problema de contaminación atmosférica. El daño a las hojas puede ser producido por una variedad de contaminantes, incluidos el ozono, el dióxido de nitrógeno y el dióxido de azufre. Una solución a este problema es seleccionar las variedades de verduras más resistentes a cada uno de los contaminantes y evitar las más sensibles, dependiendo de qué tipo de contaminación haya en tu ciudad.
Otros contaminantes presentes en las ciudades son los Hidrocarburos Aromáticos Policíclicos (PAH). Estos compuestos se forman cuando se quema materia orgánica, incluido el carbón, la gasolina y el tabaco. Por tanto, se encuentran en las emisiones de los vehículos y las industrias, y contaminan aire, el agua y el suelo. Los PAH son terribles para la salud: aumentan el riesgo de cáncer, enfermedades cardíacas, respiratorias, neurológicas y reproductivas. ¿Están presentes en nuestras verduras urbanas?
Un estudio realizado en São Paulo, en Brasil, otra ciudad muy contaminada, examinó los contenidos de PAH de las verduras en los huertos urbanos de esta capital. Los resultados son esperanzadores: durante 45 días, las espinacas y berzas criadas en los huertos no tenían concentraciones significativas de HAP en sus hojas, y solo un huerto tenía niveles más elevados. Los niveles medios fueron inferiores a las normas holandesas de calidad del suelo para uso agrícola.
Sin embargo, los resultados en Nanjing, la ciudad de China, durante 90 días mostraron que las concentraciones de PAH en en las hojas lavadas de espinacas y berzas podrían ser potencialmente cancerígenas para el consumo diario. Hay que tener en cuenta que los valores de contaminación en las ciudades chinas están entre los más alta registrados en el mundo.
Estos estudios sugieren que la contaminación atmosférica puede repercutir negativamente en la calidad de las hortalizas cultivadas en las ciudades, pero es muy poco probable que sean perjudiciales para la salud.
Cómo evitar los contaminantes en tus verduras
Si te preocupan los efectos de la contaminación atmosférica en las verduras de tu huerto urbano o balcón, hay algunas cosas que puedes hacer para reducir el riesgo:
Elegir verduras menos sensibles a la contaminación atmosférica, como las de hoja verde o las de raíz.
Cultiva las verduras en un lugar protegido de la contaminación atmosférica, como detrás de una valla o en un patio.
Utiliza plantas de cobertura para ayudar a filtrar la contaminación atmosférica.
Riega las verduras con regularidad para eliminar los contaminantes que puedan haberse acumulado en las hojas.
La medida de protección más evidente es lavar las frutas y verduras. Según un estudio publicado en Science of the Total Environment, lavar los productos agrícolas con detergente antes de consumirlos elimina los depósitos superficiales de tierra contaminada con plomo, e incluso el agua corriente puede eliminar la mayor parte de las partículas de hollín que pudieran haberse depositado.
Otra forma de proteger las verduras de la posible contaminación del suelo es, bueno, plantarlas lejos del suelo. En los huertos urbanos de Prinzessinnengarten en Berlín las verduras se plantan en cajones de madera sobre patas, con lo que se consigue controlar por completo la composición y la seguridad de la tierra utilizada.
Plantar las verduras en un balcón o un huerto urbano puede tener una ventaja añadida para nuestra salud. En concreto, usando abono natural en lugar de fertilizantes artificiales conseguiremos una mayor concentración de nutrientes. Un estudio comparó la lechuga plantada mediante hidroponía comparando dos tipos de soluciones: una inorgánica con fertilizantes químicos y una orgánica derivada de restos de pescado. El resultado fue que los contenidos totales de clorofila, caroteno, compuestos fenólicos y flavonoides, así como la actividad antioxidante, fueron significativamente superiores en la lechuga cultivada con la solución orgánica en comparación con la inorgánica.
Los huertos urbanos son, además, espacios sociales donde se fomenta la cooperación. Una revisión de estudios de los efectos de los huertos comunitarios encontró que, en la mayoría de los casos, esta actividad estaba asociada a una mayor ingesta de frutas y verduras, y con resultados psicosociales positivos en la comunidad.
No tengas miedo a hacer tu ciudad un poco más humana y anímate a plantar tus propias verduras. Tu salud te lo agradecerá.
Con las cajas colocadas en Aberasturi y Bolívar, erizos, aves y murciélagos incrementan la productividad agrícola
El Ayuntamiento de Vitoria ha instalado varios refugios para la fauna silvestre en las entidades locales menores de Aberasturi y Bolivar. Con la iniciativa, erizos, aves y murciélagos ayudan a controlar plagas y así incrementan la productividad agrícola. La iniciativa se ha desarrollado bajo el proyecto europeo ‘Urban Klima 2050’, en el que participa el Centro de Estudios Ambientales del propio Consistorio.
A finales del pasado invierno se llevaron a cabo sendas actuaciones en fincas de producción agrícola ecológica de Aberasturi y Bolívar. En la primera de ellas se instalaron tres postes con dos cajas nido para quirópteros y una para páridos en cada poste; y tres refugios para erizos. En las fincas de Bolívar se colocaron 15 cajas nido para aves insectívoras colgadas del arbolado de ribera dado que se trata de un entorno cercano a espacios forestales, mucho más atractivo para otro tipo de fauna como las rapaces o los murciélagos.
La función de las cajas nido es atraer a las distintas especies objetivo facilitando así la presencia de páridos y quirópteros en la cercanía de los cultivos. Tanto los páridos como los murciélagos de nuestro territorio son especies insectívoras que colaboran en el control de plagas dañinas para los cultivos. Un murciélago puede comer hasta 1.200 mosquitos por hora alcanzando un consumo equivalente a su peso corporal en una noche. Además, los postes, con siete metros de altura, pueden ser utilizados como posaderos para aves rapaces que también tienen su función de control biológico de animales dañinos para la producción hortícola.
Control de roedores
Uno de los factores limitantes identificado por las productoras de Aberasturi es la presencia de roedores que comen la parte aérea de las plantas cultivadas a la vez que cavan galerías con lo que se daña también la parte radicular, fundamental para el correcto desarrollo del cultivo. Tanto los erizos como las rapaces diurnas (cernícalo) y nocturnas (mochuelo, lechuza) son animales que se alimentan, entre otras cosas, de pequeños roedores colaborando de esta manera a limitar su expansión poblacional.