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IMPRESCINDIBLE EN LA HUERTA.

 

                                                                                                                   “Mi cabeza es lo último que se entera de todo”.
                                                                                                                                                                                Erri de Luca.

Estos días  se está ampliando el plantel de amistades distantes.  Atiendo el correo, me entrometo en los blogs más sugerentes y serenos, pero no eludo los más contestatarios y me lío a contar anécdotas y a preguntar intrigado por los aperturas de otros.  Bien que me lo paso, ocupado  lector, con estas idas y venidas.

Pero hoy me interesa más aportar a la comunidad de blogueros agrarios y autosuficientes los beneficios de un  tocado concebido por la mente  humana  para protegerse del sol e imprescindible en la huerta, en el pastoreo o  en la construcción.

No voy a hacer una aburrida aproximación histórica pero  ya el dios mas hermético del Olimpo gastaba uno parecido, lo que le otorga una enjundia fuera de toda duda.

El sombrero de paja. Fundamental.

Estructura básica de la prenda:

-Una copa  plegada en su parte superior en la que se encaja la cabeza

-Un ala de tamaño variable que bordea la vegetal corona.

-Una banda estrecha  de tela suave  o de cartón  en el interior que permite limar las asperezas al  contacto con la piel.

-Una cinta exterior cosida que da carácter al complemento.

Veamos algunos de los  avances que genera su uso tanto en el campo como en la ciudad. Quizás en la urbe algo menos. ¿verdad?

-El ingenio cimero que nos ocupa es respetuoso con el medio ambiente y completamente ecológico.  Es biodegradable y puede engordar sin mayor problema el volumen de la compostera cuando se deterriora.

-Permite una  notoria ventilación de la cabeza cubierta, por mor del encaje de la paja  o anea (Typha latifolia.  Lo mismo vale para un cesto que para un asiento)  con que suelen estar fabricados, en detrimento de las gorras de visera  procedentes de la mercadotecnia norteamericana  que apenas tienen escape.

-Nos permite mirar a lo lejos sin tener que usar la mano como visera en las horas centrales del día y alivia los esfuerzos de entornar los ojos para poder ver algo con tanta luz directa o reflejada.

-Concentra  de forma eficaz el sudor generado por los esfuerzos de doblar el espinazo en la huerta,  en los tránsitos hacia casa o los paseos por el entorno.

-La durabilidad. Al menos dos temporadas mantienen íntegra su estructura primaria los que compro en la guarnicionería del pueblo o en el bazar y, luego rotos, en tanto en cuanto  no se cuelen  hasta las orejas, un veranito más. En caso de deterioro o  accidente -porque se siente uno encima o lo pise una vaca, pongamos por caso- los orificios y desatados mejoran  la ventilación del cuero cabelludo.

-Viene provista la copa de una cinta perimetral, como se ha indicado más arriba,  muy decorativa que permite colocar una ramita de menta  piperita u otra aromática cuando no se localiza alguna pluma de torcaz o rabilargo.  Aún así es el tocado menos ornamental que conozco. Yo lo elevaría a la categoría de herramienta.

– Es el abanico para hombres mejor adaptado del  mundo y se puede saludar con vehemencia  y con las mejores  maneras a los vecinos.  Cabeceado hacia delante retiramos el saludo a algún negro corazón de la comarca.

-Permite, así mismo,  una perfecta adaptación e integración en el medio a su usuario, cuando no adoptar un pulcro camuflaje a los foráneos. Es sin lugar a dudas un indicativo de status social.

– No precisa ser lavado con el consecuente ahorro en detergente, agua, electricidad y trabajo de colgarlo a secar.  Las sucesivas capas de sudor dotan a la cinta interior de un lustre que permite acomodarlo progresivamente a la cabeza y su tacto se torna más agradable.

– El ala admite al menos dos posiciones: con la parte trasera hacia arriba lo que otorga al usuario una prestancia y personalidad irrefutable  en el huerto  y en caso de radiación solar intensa con el ala hacia abajo protegiendo la nuca de quemaduras indeseables. No es aconsejable poner la parte delantera  del ala hacia arriba.

 

– Se le puede coser una cinta y atársela a la barbilla para que no se vuele en días ventosos o colocar debajo un pañuelo para ampliar la cobertura de sombra.

– Los sombreros de paja son para el verano como las boinas  bien bruñidas,  lustrosas  y engrasadas son para el invierno y entretiempo. Ya sólo algún anciano las usa en la España carpetovetónica  pero dudo que una gorra de plástico y algodón transgénico dure  lo que una buena boina o  una gorra de pana. (La austeridad es signo de estos tiempos.)  Sus buenos decenios cubren eminentes molleras campesinas.    La boina se merece un post, por supuesto.

-Admiten con dificultad las notas publicitarias. Pero como ya nada se libra de esta lacra  si acaso en los modelos más  primarios y económicos  incorporan algún rótulo de cerveza de provincias,  el recordatorio de unas fiestas patronales  o el ingenio de alguna peña taurina o deportiva.

-Precipita la evaporación de pensamientos  mágicos y  abstractos tan perniciosos para la sociedad.  ¿A quién le da por pensar en una revolución con adminículo tan primario en la cabeza? Pero seamos rigurosos  porque es incuestionable  que hacen más llevaderos los padecimientos que genera  el trabajo de la gleba.

-Vengo pensando que puede reciclarse y hacer un nidal para las gallinas,  pero mi perímetro craneal apenas da para adjudicárselo a una Kika.

– Sirve para filtrar el purín de ortiga.

– Es un cesto impecable cuando en otoño paseas por el monte y no tienes dónde recoger las moras o  las bellotas.

Puede incluso que haya razones simbólicas, rituales, grotescas y  peregrinas para usar un  sombrero de paja…

-O puedes dejarlo en la percha colgado sin usarlo.

No soy persona  que haga patria ni de la caseta del  perro pero debemos reconocer la gracia que tiene calado como mandan los cánones,  en detrimento de algunas  gorras  que tienen su origen  en el deporte nacional norteamericano, de diseños militares  y que suelen vestirse con la visera en la nuca.  Para este  humilde complemento de la cabeza se contempla  una única y verdadera posición  en función de la horma y la posición del ala.  Convenzámonos  que es un referente cultural de primer orden.

¡Qué costumbres!  Salud.

“Mi forma de bromear es decir la verdad. Es la broma más divertida”.
Woody Allen, creo.
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2 Responses to IMPRESCINDIBLE EN LA HUERTA.

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