«Es preciso suponer que en todo lo que se combina hay muchas cosas de todas clases, y semillas de todas las cosas, que tienen formas diversas y colores y sabores diferentes».
Anaxágoras
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Van llegando unos sobres de semillas que he adquirido para esta temporada. Estoy aguantando aún estas semanas de finales de invierno procurando no adelantar las sementeras con este tiempo revuelto y frío. Forzar o hacer un semillero de cama caliente requiere prestar a los almácigos más atención y no es conveniente precipitarse.
Decía Sebastiao Salgado en una entrevista reciente, refiriéndose a la fotografía, que hay que plantearse la espera como satisfacción y yo “me aplico el cuento”.
No puedo eludir algunas citas fotográficas mas.
Me entrego por ahora a los preparativos buscando contenedores o cribando y mezclando sustratos oscuros, nutritivos y ligeros.
Después de algunos años voy sujetando el escozor de buscar plantas raras o llamativas. Aunque en ésta como otras cuestiones hay que tener un poco de perspectiva; raro puede ser un tomate de los indios Cherokies para los europeos o una flor de azafrán para los australianos o cualquier fruto tropical para los países más septemtrionales.
Me voy decantando por las variedades tradicionales ¿como diría yo…? contrastadas, que me resuelvan ciertas papeletas o que puedan acomodarse en lahuertadelosrobles y se adapten a mis requerimientos. Un buen número de variedades autóctonas devienen de los cruces y la insistencia, de la puesta en práctica del sistema prueba-error por parte del hortelano en cualquier rincón del globo, de La Península y la sabiduría de conservarlas. Este campesino novato que les escribe se resuelve más pragmático que caprichoso.
Pretendo dilatar, repartir la fructificación a lo largo de la temporada para no tener que consumir todo en unos días o verme en la necesidad ineludible de embotar, al mismo tiempo que amplio la posibilidad de acceder a otros sabores y texturas. De modo que voy tanteando variedades más tempranas y siempre -teniendo en cuenta las restricciones climáticas de esta zona al pie de Gredos- adelantar el disfrute de las hortalizas.
Parece que la huerta pide a gritos la construcción de un invernadero, pero no acabo de ver con claridad su eficacia e incluso el rendimiento en estas latitudes, para las cantidades que pudiera manejar e independientemente del trabajo y los costes que pudiera acarrear.
No paro de buscar, de todos modos, nuevas plantas. Me llegan referencias del otro lado del Atlántico y apenas puedo aguantarme a consultar catálogos y tiendas on-line de algunos lugares sugerentes y que me ofrecen cierta confianza.
Pero por ahora lo que importa es que acaban de llegar unos sobres. Y me explico.
El paquete me lo remite el Centro Zahoz y contiene algunas cosas de su riguroso catálogo.
Tomate Santián.
El principal problema que se plantea en lahuertadelorobles con los tomates y otras solanáceas (lo vengo repitiendo cansinamente desde hace algún tiempo) es la aparición tardía del fruto cuando no su inviabilidad. No es solo una queja. Los mismos condicionamientos ambientales, climáticos o geográficos que retrasan la aparición del fruto -y merced la lenta maduración o la calidad de las aguas, ¡qué sé yo!- les confiere una textura y un gusto excepcionales a las variedades que hasta ahora mejor se han dado, pero la producción se concentra en muy pocos días. Sobre todo Muchamiel y Patanegra.
En la puerta de casa, en un macetón, enredando la planta en una malla, he cosechado esta temporada pasada hasta el hartazgo buenos tomates amarillos bombilla en tanto que no ha helado. Esta variedad – he podido constatar- una vez cosechada aguanta bastantes días en casa con muy buen aspecto y sin estropearse. En realidad este tomate que me mandan no es un «endemismo» gallego cultivado por un anciano en una aldea perdida de Pontevedra. Se trata de Santiam partenocárpico, (los frutos se producen sin fertilización) un tomate pergeñado a partir de otras dos variedades en la Universidad de Oregón y que se ha cultivado por estos lares hispánicos con éxito. Los que lo han cultivado confirman que los frutos pueden cosecharse antes incluso de 60 o 70 días desde su plantación.
En la zona oeste de Oregón o en la Galicia profunda esta Lycopersicum esculentum de crecimiento determinado, medianamente productiva nos ofrece tomates ligeramente achatados, de color rojo homogéneo, que se pueden cortar y rebanar sin que se nos quede en las manos hecho zumo. Por lo que he podido observar en la documentación manejada es muy común en los cultivos industriales de invierno.
Lo mas importante para mí es que los primeros tomates se desarrollen en estas condiciones difíciles por las bajas temperaturas y en las que no hay insectos polinizadores que fertilicen las flores. El tomate, por tanto, apenas tiene semillas o están poco desarrolladas, aspecto muy interesante cuando te metes en la cocina a guisar. Es importante que el tomate no quede hueco y poco carnoso, claro.
Pero estos son futuribles . Si a características como la consistencia, el peso, la dureza de la piel o la carnosidad se sumaran las características que pudiera otorgarle el cultivo en orgánico (sabor, acidez, aroma, textura de la carne…) con aguas limpias y en terrenos equilibrados podría ser una buena elección para ampliar las posibilidades de consumo. Tengo la impresión que será una buena candidata para el cultivo en macetas. Todo se andará.
Otra cuestión será la reproducción de las semillas. No está nada claro ni será facil. Es muy probable que a pesar de que no produzca muchas semillas, con la parición de los insectos se realicen las fertilizaciones y, aguantando a cosechar los últimos tomates de la temporada, pueda recoger simiente para las siguientes temporadas. En otoño lo vemos.
Espero que se cumplan las expectativas con este tomate y pueda comerme alguno antes de que esté mediado el verano.
Lechugas.
Algo semejante ocurre con las lechugas. La pretensión es ampliar en el tiempo la producción al margen de la preparación escalonada de los semilleros y, por supuesto, escoger plantas con mejor gusto. Voy a sembrar Reina del hielo y a comprobar si hace justicia a su nombre esta variedad de origen francés. La lechuga Reina del hielo parece ser una subvariedad de Batavia con las hojas ligeramente dentadas.
A las lechugas, por mi experiencia, les gusta la luz, pero no el sol directo, y los suelos bien labrados. Si es cierto lo que comentan los expertos y germina a partir de los diez grados centígrados podría, en principio, sembrarlas a finales de marzo o en Abril en los semilleros y traspasarlas al terreno pronto sin que los últimos hielos las quemen. Habría lechugas sin necesidad del vivero desde mayo a noviembre.
Me gustan las lechugas de color verde intensos o rojas y sin pencas grandes. Toca esta temporada también lechuga negra procedente de Hevás, Cáceres. Es posible que admita atarla para recogerla y que engorde el cogollo. Una opción cuando se acerca el otoño.
Es cierto que se suelen valorar a nivel comercial los cogollos tiernos y amarillentos, aun cuando el sabor es más apreciable -y los valores nutritivos se presentan de forma más clara- en las variedades de color intenso y no tienen por qué ser necesariamente indigestas. Desde hace unos años se han popularizado estas lechugas «negras» como la Hoja de roble morada, que en realidad no es una lechuga sino un tipo de escarola.
El mijo
Con el mijo pretendo cubrir una doble parquedad y satisfacer las necesidades de sombra que demandan algunas plantas en plena canícula, pero también el hambre incontinente de las gallinas.
Es casi una norma ya en lahuertadelosrobles cultivar plantas con una derivada forrajera con la intención de complementar la alimentación monótona de las gallinas. Me gusta preparar mis propios balanceados, renovar la dieta de las aves todo lo que me sea posible, evitar siempre que puedo el pienso compuesto y el pan mojado. Tengo claro que cuando más variado comen más y de más calidad ponen. Aunque es un grano muy recomendable para las aves por su valor nutritivo, el tamaño, etc. Es una planta que forma parte de la alimentación de muchos pueblos con especiales problemas de sequías y se empieza a consumir en Europa
El girasol gigante o el maíz, aunque no se produzcan en grandes cantidades, pueden ser una buena reserva alimentaria “de origen conocido” para el invierno. Es sabido que las aves de puesta precisan grasas vegetales para sintetizar las vitaminas y la semilla de girasol es una buena fuente. Se las comen como si fueran pipas.
En la huertadelosrobles se siembran también maíces roseteros y de pequeño tamaño que con el tiempo han llegado a hibridarse y producir mazorcas multicolores.El mijo de escobas vendrá a mejorar estos aspectos procurando sombra tamizada y grano. Soy nuevo en estas lides en secano y espero que este cultivo de verano no plantee especiales problemas. Habrá que documentarse.
Cebolla roja burgalesa:
Aunque preparo siempre algún cajón con semilla suelo comprar pronto plantones de cebolla en manojos, ya crecidos, e ir adelantando un poco la recolección. Es una de las pocas plantas en la huerta que no corren riesgo de perderse con las heladas primaverales.
Tengo la impresión de que las variedades rojas son más dulces que sus parientes blancas menos duras, si además se consumen tiernas y por supuesto trasladan un colorido especial a las ensaladas. Para gustos los colores, diría Perogrullo.
Pimiento Cristal:
No voy a cejar en el empeño de completar con cierta dignidad un ciclo completo de los pimientos. Es muy posible que no haga bien las cosas. La temporada pasada probé en unos grandes macetones; las plantas estuvieron a capricho y aunque no fueron muy productivas pude recolectar alguna pieza de buen tamaño. Ya que es para mí un cultivo delicado las mejoras pasan, independientemente del crecimiento lánguido ya mencionado, por cubrir las necesidades de una sombra ligera para evitar que se quemen a pleno sol y enfermen o por equilibrar el suelo. Sembraré con seguridad Pimiento cristal de origen navarro.
Si es cierto lo que comenta el artífice de Mi Huerta, voy a triunfar.
Las calabazas.
Conocerán los lectores la facilidad con que se hibridan las cucurbitáceas. Con esas flores tan hermosotas no me extraña que los insectos se ceben y acaben pasando el polen de unas variedades a otras, de los calabacines a los pepinos… En las dos últimas temporadas he cosechado unos “calabazos” que acabo dejando madurar para obtener pipas y engrosar la alacena de recursos culinarios. El planteamiento, entonces, es probar con semillas nuevas puras, oriundas y distanciar todo lo que me sea posible los pies de distintas variedades. En última instancia con un solo tipo sería suficiente e incluso alternarlas en las distintas temporadas.
Conozco bien la calabaza vasca, Es pardógico que en otras instancias u ocasiones la denominen (otra vez la perspectiva) mallorquina o incluso española; tiene un gusto dulce y finísimo. Hace unos días he visto un pieza de un metro de largo que conserva un paisano. Aguanta bien almacenada en un lugar apropiado. Está muy bien adaptada a la zona.
La alternativa o quizá la compañera a distancia sea la calabaza redonda de Sotoserrano
En todo caso estás semillas procurarán, salvo error o hibridación, nuevas semillas y podré intercambiarlas o trocar.
Tengo la impresión de que la querencia por las semillas proceden del gusto infantil de algunos humanos por extrañarse y sorprenderse. Cuando pasa algún día sin repasar los semilleros o no puede uno acercarse cuando se quisiera a la huerta, al volver un puntito de sorpresa agrada; maravilla la tenacidad de las plantas y nos halaga y eso es bueno.
Salud