Los seguidores de este blog, conocen ya mi empeño en participar en una media maratón con la sana intención de resultar competitivo, e incluso rebajar la hora y quince minutos, con un solo año de entrenamiento y a mis cincuenta primaveras.
Lo intenté tras el verano alentado por mi éxito en una carrera más corta, pero mi escasa preparación y una inoportuna enfermedad, ni siquiera me permitieron intentarlo. Después llegó un larguísimo catarro que no me permitió hacer ni un mísero kilómetro en todo el mes de Diciembre, y en el mes de Febrero, la climatología ha sido tan adversa en mi zona, que al invierno sólo le ha faltado pegarme patadas en el trasero.
Todos estos contratiempos han traído como consecuencia una acumulación más bien corta de entrenamiento. Pero a falta de kilómetros y unas cualidades bastante modestas, mi única arma de buen corredor (más cabezón y terco que un rebaño de mulas de buen tamaño), me ha permitido progresar a base de ejercicios en casa (mucha bici estática y gran cantidad de ejercicios de fuerza) y salir a correr mis sesiones de fartlek cuando no nevaba o me llevaban las ventoleras (la mayor parte de las semanas sólo he salido a correr dos veces).
A pesar de los pesares voy mejorando ostensiblemente, y ya tengo fecha de batalla el 24 de abril en la media de Burgos, si es que en esta ocasión no se me rompe alguna “tripa”.
A día de hoy entreno, si el tiempo lo permite (no veo ningún sentido a salir a “patinar” con dos palmos de nieve); dos días de deporte alternativo (bici estática), dos días de hora y media de fartlek en tierra, y un día de adaptación al asfalto.
Sí, he dicho bien, como dice el título del artículo, adaptación al asfalto. Los que me conocen bien, saben que por mi acentuada fragilidad muscular yo ni siquiera miro el asfalto con gafas de soldador, pero también creo que si se pretende hacer algo que merezca la pena en carreras de larga distancia en este terreno, es imprescindible “saborear” el medio, dejar que el físico se acostumbre a la dura carretera, y ver qué tal nos movemos en ella a ritmos exigentes, si no queremos vernos el día de la competición con sensaciones extrañas e imprevistas.
De momento, y gracias a unas zapatillas de máxima amortiguación, he conseguido adaptarme mejor de lo que esperaba al asfalto, consiguiendo aguantar ritmos en torno a los 4m sin lesionarme, y atacando las cuestas (en las que no hay gran impacto de pisada) como si en ello me fuera el sueldo. Por supuesto, en las bajas voy tan lento que les freno el ritmo a los caracoles.
En cualquier caso voy haciéndome una idea de lo que será la competición, y creo que con un poco más de mejora podré cumplir con mis objetivos, si en Burgos no sale un día de perros (que tampoco sería muy extraño en estas fechas). A mediados-final de Abril daré una idea de cuales son mis sensaciones antes de la carrera, y en qué han quedado más exactamente mis entrenamientos, para que todo el mundo se haga una idea de cual es el trabajo necesario para unos resultados concretos, y así cada un@ pueda aplicarlo a su entrenamiento personal, si quiere abordar los mismos objetivos de media maratón.
A lo dicho, en un mes continuará el siguiente “culebrón”. Un abrazo muy fuerte a tod@s.
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