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Pulsaciones.

Comienzo recordando, como ya comenté en un artículo anterior, que yo no soy muy partidario del pulsómetro, no me gusta que un aparato me diga a que ritmo tengo que ir, ni estar pendiente de si me paso o no llego a las pulsaciones adecuadas, prefiero guiarme por sensaciones y acelerar cuando me apetece, aunque al final de la carrera mi puesto sea peor. Para someterme a la tiranía del reloj ya tengo mi horario laboral, cuando salgo a correr prefiero sentirme salvaje y libre de ningún tipo de ataduras.

Por supuesto para los profesionales el pulsómetro es casi imprescindible, pues necesitan el máximo de datos posibles para mejorar su velocidad y resistencia. Además ell@s se hacen continuamente análisis y pruebas de esfuerzo, para conocer con exactitud a que pulsaciones tienen que entrenar, pruebas que a un aficionado le llevaría demasiado tiempo y dinero.

No quiero criticar, y entiendo perfectamente a l@s aficionad@s que gustan de llevar pulsómetro, ciertamente con un poco de experiencia, el atleta aprende a llevar ritmos adecuados guiado por su pulsómetro, pero quien quiera utilizar este aparato correctamente, ha de conocer ciertos datos. Para empezar, hay que hacerse una prueba de esfuerzo para conocer el ritmo cardíaco máximo, además de una prueba de lactato para conocer el umbral anaeróbico. Con estos datos podremos determinar a que pulsaciones debemos entrenar para mejorar, que será siempre por encima del 70% de tus máximas pulsaciones. No se debe sobrepasar el 90% de tus pulsaciones máximas e incluso menos (esto dependerá de tu umbral de lactato), a no ser en series cortas, pues es a estos niveles cuando se dispara el ácido láctico bloqueándote los músculos. Una milla se podría correr al 90%, pero hace falta ser un gran atleta para correr un maratón al 80%.

Por si todo esto no fuera bastante complicado, nuestro estado de forma y nuestra edad cambian continuamente estos datos, es por ello también que yo no soy partidario del aparato, siempre con la excepción de quién tenga una dolencia cardiaca, estas personas, aunque tengan permiso del médico, deberían llevar siempre pulsómetro y no sobrepasar el 70% de sus pulsaciones máximas.

Para terminar avisaré a l@s atletas que hay momentos en que nuestras pulsaciones se disparan sin motivo de preocupación, como por ejemplo en la salida de una carrera por los nervios, o al final de una carrera larga por la acumulación de cansancio y la deshidratación. Llevad el aparato si os agrada, pero no lo uséis porque lo llevan los profesionales, os aseguro que muchos de ellos lo tirarían a la basura si les dieran opción. Un saludo.

Late deprisa corazón

al ritmo de mi alegría

aún descalzo correría

e ignoro porqué razón.

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