La historia de Javier es un tanto peculiar, se puede decir que este “joven” veterano, durante muchos años tuvo que ver los toros desde la barrera. Una serie de problemas físicos, alargados en el tiempo por culpa de un accidente de tráfico, le impedía año tras año vestirse de luces como él deseaba. Cuando al fin pudo recuperarse lo suficiente para entrenar decentemente (hoy en día aún padece molestas contracturas en la espalda), irrumpió en el panorama regional de atletismo a un nivel más que notable, tanto es así que prácticamente no pasa carrera que no suba al podio, acaparando en un muy corto espacio de tiempo decenas de trofeos.
Un día Javier me comentaba “no sé en lo demás, ¡pero a ilusión no me gana nadie!”, y efectivamente a este gran atleta la ilusión se le nota de lejos. Yo que tuve la suerte de coincidir con él desde su arranque atlético, le he visto progresar, y le acompañé en el podio en su primera victoria, puedo dar fe de que a este corredor, su poderosa mentalidad le pone alas en los pies. Por supuesto, también es necesario tener unas buenas cualidades físicas naturales para ganar carreras, pero como ya mencioné en el artículo anterior, una mente positiva y fuerte es indispensable para correr rápido y con alegría.
A pesar de que en varias ocasiones Javier me ha relegado a un escalón más bajo en el podio, me alegro sinceramente por sus triunfos y por ver sus sueños cumplidos, pues este atleta es también una muy buena persona que se merece lo mejor.
Hace una eternidad, cuando yo era un joven deportista (creo que fue en el paleolítico), tengo que reconocer con gran vergüenza, que las victorias y los trofeos eran lo primero para mí. Gracias a Dios ya no soy tan idiota, y hoy es el día en el que entregaría todos mis trofeos sin dudarlo, por no perder a uno solo de mis amigos, amigos como el incombustible y genial Javier Moreno.
Un saludo.
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